Los flashes y las notas buscan hazañas deportivas, logros y proezas de equipos inolvidables que quedan por siempre en el recuerdo. Pero también existen historias que pocos quieren recordar y que muchos quieren olvidar. Los descensos dejan marcas imborrables que repasaremos en esta nota sobre la perdida de la categoría de los clubes entrerrianos en los dos niveles superiores del básquet argentino.
Desde el nacimiento de la Liga Nacional los equipos entrerrianos disfrutaron las mieles del éxito con logros importantes como el ascenso a la elite de Echagüe de Paraná en 1985 y de Estudiantes de Concordia en 1986, además de la llegada al segundo escalón de Rocamora y Sportivo San Salvador en 1984 y de Olimpia de Paraná en 1986.
Pero en 1988 se dieron los primeros golpes para los clubes de la provincia. En esa temporada tanto Olimpia de Paraná como Rocamora de Concepción del Uruguay debieron transitar un año difícil desde el arranque. Un referente de Olimpia como Gustavo Agasse al momento de recordar esa temporada expresó que ‘‘Los descensos no dependen de un solo partido, son producto de un proceso. El comienzo fue incierto, el club no atravesaba por un buen momento económico, luego renunció el entrenador Sergio Martín y quedó a cargo su asistente Oscar Cabaña. Muchas lesiones, jugadores que por sus obligaciones no pudieron cumplir la totalidad de la temporada, además perdimos muchos partidos sobre el final’’. En la primera fase tanto Olimpia como Rocamora integraron la zona 1, donde los uruguayenses culminaron en el último lugar entre doce equipos, mientras que los de la capital provincial terminaron en la décima ubicación. Por lo tanto ambos equipos debieron enfrentarse en la serie por la permanencia que condenaría al perdedor. Al respecto Agasse recuerda que ‘‘En los playoffs lo hicimos descender a Rocamora en nuestra cancha. Y luego ante Atlético Sastre comenzamos perdiendo de local, pero ganamos el segundo de visitante y todo se definía en el tercer partido. Fue un final cerrado, ganábamos por tres puntos y faltando un minuto se corta la luz. Después de diez minutos se encendieron las luces y nos ganaron. Nosotros tuvimos la chance en la última bola pero falló James Harwell. A mí por ser jugador del club me dolió muchísimo, me costó recuperarme, pero por suerte el deporte te da revancha y al año siguiente ganamos la Liga Provincial’’.
El año 1989 es recordado por una de las mayores crisis económicas del país, lo cual provocó complicaciones financieras para la mayoría de los clubes. Por entonces Estudiantes de Concordia transitaba su tercera campaña en la elite y los problemas financieros comenzaron a ser acuciantes a mitad de temporada. El hoy entrenador Carlos ‘‘Cali’’ Pérez por entonces era uno de los juveniles del equipo y recuerda que ‘‘Para mí era una experiencia bárbara jugar en la Liga A, era un sueño. Ese año arrancamos con un triunfo de visitante ante Ferro Carril Oeste (que luego fue campeón). Pero a partir de allí entramos en una debacle, sobre todo desde lo financiero. Después vinieron los temas contractuales con Michalopulos y con Marín, no viajamos a Neuquén por cuestiones económicas y también en ese momento se fue el entrenador Ricardo Jachuk a Brasil’’. Todas estas cuestiones provocaron una vorágine que desencadenaron en la deserción del equipo a partir de la segunda fase. Por entonces el dirigente Rubén Russo le manifestó a la prestigiosa revista Solo Básquet que la decisión correspondía a motivos económicos, pero dejaba una fuerte frase al decir ‘‘Tampoco nos ayudó mucho el público, esta gente no merece tener un equipo en la máxima categoría’’. El mismo camino siguió ese año Sportivo San Salvador en la Primera B. El conjunto que dirigía Pedro Suen militaba su quinta temporada en la segunda categoría del básquet nacional y tras culminar último en la zona B-3 debía definir la permanencia en una serie de playoffs ante Cosecha de Resistencia. Pero los dirigentes al analizar los costos de jugar una serie en desventaja de localía con los chaqueños prefirieron retirar al equipo, culminando por consecuencia en un descenso sin poder pelear la permanencia en la cancha.
En la 90/91 el mal trago fue para Echagüe, que luego de disfrutar una gran campaña en la Liga corta de 1990 afrontó el torneo con la expectativa de mantener la categoría. Pero los constantes cambios de extranjeros y la juventud del equipo conspiraron para que pudiera revertirse una situación que desde el comienzo del torneo fue casi inevitable. La serie por la permanencia fue con ventaja de localía ante el histórico Ferro Carril Oeste que atravesaba un momento complicado. Echagüe perdió los dos partidos en Paraná, el primero de ellos con un desenlace inédito. Ganaban los paranaenses 74 a 73 pero un doble de Randy Owens sobre la chicharra provocó la bronca del público local que agredió a los árbitros Alberto García y Juan Quesada, por lo cual ambos jueces se retiraron del estadio y comunicaron que la decisión sobre el resultado final la tomarían en el Hotel Mayorazgo mirando el VHS de la última jugada. Así lo hicieron y ya en el hotel dieron como valida la conversión del jugador de Ferro que de esa manera comenzó a inclinar la serie en su favor. Los de Caballito finalmente se llevaron la serie por un inapelable 3 a 0 y enviaron al descenso a Echagüe.
Los paranaenses tuvieron un rápido regreso a la elite, pero en la 93/94 nuevamente tuvo que lidiar con una campaña para el olvido. Cambios de extranjeros, problemas económicos y un plantel que salvo la figura de Horacio ‘‘Tato’’ López no contaba con nombres rutilantes como para pelear la permanencia. Además sobre el final del torneo un cambio de mando tras el desgaste entre los jugadores y el técnico Miguel Volcan Sánchez que lo dejó a cargo del plantel a un jovencísimo Facundo Müller con solo 20 años. Tras culminar último en la serie regular la situación no cambió en los playoffs. La última serie ante Gimnasia y Esgrima de Pergamino fue el cierre para una temporada para el olvido, donde el record 0-9 en playoffs dejó en claro que el desenlace era inevitable.
Tras bajar de categoría Echagüe soñaba con regresar rápidamente a la elite, un objetivo que estuvo cerca en la 95/96 tras caer en las semifinales ante Estudiantes de Olavarria. Pero en la temporada siguiente, a pesar de contar con un plantel experimentado y con nombres importantes como Darras, ‘‘Chuzo’’ González, De Cecco y Pacheco, el equipo volvió a sufrir el descenso, pero en este caso a la tercera categoría, algo impensado para uno de los clubes que motorizaron la creación de la Liga Nacional. Al duro golpe la dirigencia respondió con la primera compra de plaza de los paranaenses lo que le permitió seguir jugando en el TNA.
Pasó el tiempo y nuevamente el ‘‘Negro’’ de la capital provincial volvió a saborear el amargo trago de la perdida de la categoría. En la temporada 2004/05 del TNA realizó una discreta primera fase, pero luego tuvo una decepcionante segunda etapa que lo puso contra las cuerdas ya que por entonces los dos últimos de la fase regular perdían la categoría. A pesar de los inconvenientes el conjunto dirigido por Pablo Columba en la última fecha dependía de si mismo para salvarse. Pero la derrota ante Nautico Hacoaj y la victoria de Asociación Mitre en Tucumán ante Ferro Carril Oeste condenaron a Echagüe. Una vez más el dinero apareció como salvador y una segunda compra de plaza, en esta ocasión a su verdugo Nautico Hacoaj, le permitió a los paranaenses continuar en la segunda categoría.
El siguiente en la lista fue Central Entrerriano, que en la 2007/08 disputaba su quinta campaña en la elite. La ida de Fabio Demti le había dejado lugar a Martín Guastavino quien en su primera experiencia pudo lograr la permanencia, pero en su segunda campaña al frente del equipo no pudo lograr el objetivo. La clasificación al Super 8 ilusionó con ir a la lucha de arriba, pero cambios de extranjeros, una plantilla de nacionales sin grandes figuras y principalmente los malos resultados en la última parte del torneo, donde diecisiete derrotas en los últimos veinte partidos lo condenaron. A pesar de ello tuvo su chance de zafar en la última fecha ante Belgrano de San Nicolás, pero una nueva derrota ante los nicoleños lo mandó al ‘‘Rojinegro’’ al TNA.
Los gualeguaychuenses luego de una temporada discreta en el TNA decidieron apostar a la compra de la plaza en la Liga Nacional, y casi sobre el arranque de la competencia anunciaron su vuelta a la elite en la 2009/10 tras adquirir el lugar de Independiente de Neuquen. El armado del plantel fue casi sobre el inicio del torneo, un mal síntoma para el equipo del ‘‘Tola’’ Cadillac. A pesar de ello el conjunto comandado por Fernando Funes como figura se las rebuscó para arrancar con un record 5-1, pero fue solo un espejismo. Si bien el record 7-7 de la primera fase lo hizo ilusionarse con lograr la permanencia, la fase regular lo colocó en la última posición con un pobre 6-24 que lo condenó a disputar la serie por el descenso ante Gimnasia de Comodoro Rivadavia, donde los chubutenses no los perdonaron y con un 3 a 0 inapelable lo despacharon al ‘‘Rojinegro’’. Ese fue el inicio de una etapa con muchos problemas institucionales para Central Entrerriano, que recién pudo comenzar a dejarla atrás a partir de 2014 cuando volvió a la Liga Provincial.
Un club que había tenido un camino en franco ascenso era Sionista de Paraná. Desde la obtención del título provincial en 1999, pasando por el ascenso al TNA en 2003 y la llegada a la elite en 2006, la institución transitaba en la temporada 2015/16 su décima campaña consecutiva entre los mejores. Si bien tuvo una alentadora primera fase, donde culminó quinto entre diez equipos, la segunda parte del torneo fue para el olvido. Una vez más la formula del fracaso tan temida, muchos recambios de extranjeros y nacionales con escaso protagonismo, donde ninguno alcanzó el doble digito en puntos. Los malos resultados provocaron una situación impensada, que fue el alejamiento de Sebastián Svetliza, entrenador histórico del club por más de veinte años. Ya con Volcan Sánchez en el banco debió afrontar la serie por la permanencia ante Lanus. A pesar de ganar como visitante el segundo juego, luego en Paraná cedió los dos partidos ante el ‘‘Granate’’, y de esa manera perdió la categoría y recibió un mazazo que aún hoy lo tiene al club alejado de los grandes titulares del básquet nacional.
El último descenso nuevamente lo sufrió Echagüe, y fue luego de volver a la elite tras un acuerdo con Lanus para intercambiar plazas en la 2016/17. El peor registro en la fase regular lo condenó a dirimir la permanencia con Boca Juniors, que contaba con la vuelta de Carlos Delfino. La serie fue pareja y se definió en cinco partidos, donde el “Xeneize” pudo superar al golpeado conjunto paranaense.
TESTIMONIOS EN PRIMERA PERSONA:
“Se había acabado la plata, el club estaba muy mal, los americanos eran los más baratos que había en la Liga, era todo un desastre y fue así que se descendió. Es un vago recuerdo del que ya pasaron 32 años.” – Hugo RAMAT (Rocamora 1988)
‘‘Es horrible descender, es una experiencia que nadie quiere pasar pero que también sirve de aprendizaje. Es algo que queres olvidar pero no se puede, uno hubiese querido terminar bien porque en nuestro caso no fue por una cuestión deportiva sino mas bien financiera’’. – Carlos ‘‘Cali’’ Pérez (Estudiantes de Concordia 1989)
“El tema de los descensos es algo que prefiero no recordar. Son temas muy amargos, con emotividad negativa y muchas cuestiones personales de por medio que empeoraron esas malas experiencias.” – Horacio BORGHESE (Echagüe 90/91 y Echagüe 93/94)
‘‘Es un golpe bajo el descender, pero cuando uno jugaba por la camiseta dejaba todo en la cancha dando el 100%, el resultado a veces es injusto pero son cuestiones deportivas. El equipo que quedó jugando, con muchísimas bajas del que había empezado, dejó todo en la cancha, nos sacrificamos por salir adelante pero la realidad quiso que descendiéramos esa temporada’’. – Gustavo AGGASE (Olimpia de Paraná 1988)
Por @gastonschafer